Bremen (Alemania), 20 de diciembre de 1943
─¿Por qué tenemos
que bombardearla otra vez? ─dijo Brown levantando la voz para hacerse oír por
encima del ruido de los motores.
─Son las órdenes,
Teniente. Soltar la carga y volver a casa.
Prefirió no
contestar. Al fin y al cabo, él no estaba allí para cuestionar las órdenes, las
diese quien las diese. Bastante tenía ya con pilotar aquel trasto y llevarlo
sano y salvo de regreso a la base.
En ese momento, las
baterías antiaéreas comenzaron a escupir fuego. Las trazadoras partían la
oscuridad de la noche iluminando la cabina a intervalos. Brown viró a la
izquierda, picando un poco, hacia la boca del lobo, hacia el malvado corazón de
la bestia. El avión protestó, pero enfiló el rumbo.
─Estamos en la línea
del objetivo.
─Muy bien, chaval,
ahora procura mantener recto y en el aire este trasto. En un rato habremos
acabado. ¿Habéis oído, holgazanes? ¿A qué esperáis? ¡Vamos, joder, abrid las
compuertas!, ¿o es que queréis bombardear cuando se haya terminado esta maldita
guerra?
Los artilleros se
apresuraron. Las compuertas se abrieron. Muchos metros por debajo, las primeras
bombas incendiarias comenzaban a engullir los barrios periféricos de Bremen.
─Estamos sobre el
objetivo[1].
Y las bombas
comenzaron a caer, de una en una, a intervalos regulares, directas hacia las
ruinas de una ciudad castigada con crudeza, hacia las ruinas de una ciudad que
albergaba las últimas almas que resistían, entre escombros, tras varios años de
guerra.
─¡Ya están aquí,
Capitán, son Messerschmitt!
─¡Malditos cabrones!
¿Y dónde coño están los nuestros? ¡Mantenga el rumbo, Teniente!
─¡Nos van a hacer
picadillo!
─¡No se desvíe,
mantenga el rumbo, es una orden!
Dos Bf-109 surgieron
desde arriba, pasaron cerca del bombardero y maniobraron con agilidad buscando
su cola. Abrieron fuego.
─¡Los tenemos a las
seis! ¡Joder, que alguien dispare esas ametralladoras!
Y las ametralladoras
comenzaron a cantar, buscando con sus notas del calibre 50 a los cazas
alemanes. En el cielo, una danza de fugaces líneas amarillas, humo y olor a
pólvora. El fuselaje recibió varios impactos. El artillero de cola fue
alcanzado de gravedad.
─¡No podemos seguir
en línea recta, Capitán! ¡Somos carne de cañón!
Las últimas bombas
fueron arrojadas. Los dos cazas volvían a maniobrar para buscar posición de
ataque.
─Ya está, Teniente.
Nos largamos. ¡Sáquenos de esta madriguera!
El fuego antiaéreo
se había intensificado. Algunos bombarderos caían en picado o en barrena
dibujando estelas de humo en el cielo negro. Brown hizo un viraje mientras
ganaba altura. Varios focos de fuego iluminaban la noche, horadando las
tinieblas con llamas de varios metros de altura. Bremen estaba siendo
masacrada.
─¡Ahí están, los
tenemos otra vez en la cola!
Los cazas fueron más
precisos en su ataque y sus ametralladoras de 13mm barrieron el fuselaje y
parte del ala izquierda. El motor estalló en llamas.
─¡Estamos jodidos!
¡Perdemos potencia!
─¡Maldita sea!
¿Dónde están los nuestros?
Una nueva andanada
terminó por desprender parte de las placas del fuselaje. Dos artilleros
resultaron muertos, y otros dos más heridos por los fragmentos desprendidos de
metal.
─¡Estamos cayendo,
perdemos altura!
─¡Manténgalo en
vuelo, Teniente! Tenemos que salir de aquí. ¿Cree que podemos cruzar la
frontera?[2]
─No lo sé Capitán,
será un milagro si lo logramos. Tenemos el fuselaje abierto y el motor
izquierdo está inutilizado.
─Inténtelo,
Teniente. Nuestras tropas están esperando para avanzar. Si logramos llegar al
otro lado estamos salvados, aunque tengamos que aterrizar este montón de
chatarra con el culo ─el Capitán gritaba junto al oído de Brown.
Stigler[3] buscó
su objetivo en el cielo. El B-17 se alejaba, desprendiendo volutas de humo y
fragmentos de metal mientras perdía altura. Su único motor en funcionamiento[4],
fatigado, no aguantaría mucho más. Indicó a Steinhoff que guardase sus seis y
se situó a la cola del bombardero, centrándolo en la mira, dispuesto a
derribarlo. El B-17 continuaba en línea recta, descendiendo ligeramente.
Stigler se extrañó de que no abriesen fuego. Se acercó un poco más.
─¿Qué ocurre,
Stigler? ¿Por qué no lo mandas al infierno?
Stigler no contestó.
Continuó acercándose hasta situarse en paralelo, por la parte del ala derecha.
A través de los destrozos del fuselaje podía ver el interior del avión de Brown
y cómo la tripulación se ayudaba mutuamente mientras el piloto luchaba por
mantener el rumbo y la altitud.
─No puedo
derribarlos.
─¿Y qué piensas
hacer, escoltarlos hasta la frontera holandesa?
Nuevamente optó por
callar. Para Stigler era como si estuviesen cayendo en paracaídas. Los veía,
eran un blanco fácil, pero no podía derribarlos. Así, no.
─Sabes que esto te
puede costar un consejo de guerra ─y Steinhoff viró ciento ochenta grados,
rumbo a Bremen, abandonando a su compañero.
Stigler continuó
escoltando al maltrecho B-17 hasta la frontera, entonces, saludó a Brown y
regresó a su base.
[1]
Aquel 20 de diciembre de 1943, el B-17 pilotado por Charlie Brown tenía como
objetivo el bombardeo de una fábrica de aviones cerca de Bremen.
[2]
En realidad, lo que hizo el avión de Brown fue cruzar el Mar del Norte hasta
suelo inglés.
[3]
Stigler no participó en el ataque al B-17 de Brown sobre el cielo de Bremen. Él
estaba repostando y rearmando su avión en un aeródromo cercano. Cuando los
alemanes vieron la retirada de los bombarderos aliados, fue ordenado despegar
para abatirlos.
[4]
El B-17 tiene cuatro motores, y no dos como se da a entender en el texto. El 20
de diciembre de 1943, el B-17 de Brown resultó seriamente dañado, y regresaba
con tres de sus motores inutilizados.
Un episodio muy bueno. Muy ágil, con sencillez en las explicaciones pero con el don de enganchar. Esa es la base de un buen relato, la capacidad para enganchar. Enorabuena, está muy jugoso!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sol!!!! Germán tiene esa fuerza, estoy de acuerdo, ¡ojalá no le falte nunca ese potencial! Recrea muy bien las cosas...
ResponderEliminarUn saludo muy fuerte!!
Me suelen gustar mucho las historias de guerras y batallas. Creo que ésta es muy buena. Está bien narrada y bien documentada.
ResponderEliminarUn millón de gracias, Anónimo!!!! Me alegro un montón de que te haya gustado este relato.
ResponderEliminarUn saludo!!
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios!
ResponderEliminarUn placer!
Es fantástico, se puede respirar en la cabina del avión el miedo del piloto y los artilleros. Es genial. Este relato, así como está, daba para un magnifico cortometraje. Me ha encantado, German, se nota que el asunto de la segunda guerra mundial te apasiona.
ResponderEliminarFelicidades por tu talento y muchas gracias por regalarnoslo. Mª Ángeles.
Muchas gracias, Mª Ángeles, por tus palabras!
ResponderEliminarLa verdad es que tuvo que ser un momento terrible. La Segunda Guerra Mundial está plagada de pequeñas anécdotas de este tipo.
Un abrazo!