domingo, 23 de septiembre de 2012

Un viaje que comienza

La cabeza ensangrentada del orco cayó rodando calle abajo cuando la mortal hoja de la espada de Brelline cercenó de un tajo limpio su cuello. La sangre, negruzca y hedionda, perló de puntos oscuros el suelo empedrado. Las gentes del estruendoso mercado apenas prestaron atención a la cruenta escena cuando el corpachón de la criatura se desplomó con un ruido sordo. El acero de la elfa retornó a su vaina a toda velocidad, y ésta, dándole un desdeñoso puntapié al maltrecho cadáver, se dio la vuelta y reanudó la caminata hacia la cantina de Thom el Cojo, un antiguo caserón de madera, adobe y ladrillo cuyos picudos tejados de pizarra negra parecían obstinarse en rasgar el cielo emplomado. 
Brelline entró en total silencio, con los pasos ágiles y el gesto sereno. En su oscuro interior, únicamente un par de parroquianos ante la mugrienta barra y el propio cantinero daban pie a pensar que había allí algún tipo de vida. Y a juzgar por el lamentable aspecto de los dos borrachos, no podía decirse que hubiera mucha.
Thom se acercó a la elfa a paso renqueante, limpiándose las manos en su mandil.
-Buenas tardes. ¿Qué vais a tomar, hermosa dama? -preguntó, observando sin ningún pudor las largas piernas desnudas de Brelline. Ella le miró de arriba abajo como si tratase de encontrar en él, sin resultado, algún tipo de encanto.
-Una pinta de cerveza de Doonerdam y un pedazo de ese cochinillo que tenéis asándose en el horno -dijo, tomando asiento en uno de los taburetes libres, junto a la barra-. Acabo de mandar a un orco al infierno ahí, en el mercado, y francamente, estoy hambrienta.
Thom asintió en silencio y sirvió la cerveza en una gran jarra de barro cocido.
-Los orcos están volviéndose un tanto violentos de un tiempo a esta parte. Dicen que los Espectros de la Torre de Athelior han despertado del Sueño Postrero. ¿Creéis que puede ser cierto?
Antes de que Brelline pudiera contestar, una musical voz masculina se alzó desde las sombras ignotas de la taberna.
-Es cierto que han despertado, Thom. El Sínodo de los Insomnes ha sido convocado. Brelline y yo partiremos a las Tierras Arnálidas esta misma noche.
La elfa desvió la mirada hacia la oscuridad, y de ella emergió un elfo de singular belleza.
-Ya pensé que llegaríais tarde, noble Saphiron.
-Nunca llego tarde, excepto cuando lo que deseo es encolerizar a quienes me esperan -bromeó el elfo, entre risillas de malévola diversión. Brelline esbozó una sonrisa pícara antes de llevarse la jarra de nuevo a los labios. Por su parte, Thom el Cojo había empalidecido de sopetón.
-Los Espectros... Los Espectros han... -balbuceó, sin poder articular una sola palabra más.
-Sí, Thom. Han despertado, y con más fuerza que nunca.
La puerta de la cantina se abrió de golpe, y por ella entraron cuatro descomunales orcos de aspecto fiero. En sus manazas portaban garrotes y martillos, y entre gruñidos y berridos, Brelline y Saphiron entendieron algunas toscas amenazas. Brelline desenvainó a Darmos con la soltura de una danzarina, mientras que las dos dagas curvas de Saphiron, Pensamiento y Memoria, comenzaron a revolotear a su alrededor como mortales pájaros de acero. La elfa frenó dos fuertes mandobles de uno de los orcos, y poco después su espada se hundió en sus vísceras. Saphiron le cortó la garganta a otro, y éste, exhalando gorjeos agónicos, cayó al suelo junto al otro cadáver. El tercer orco logró golpear en el hombro a Saphiron, pero a cambio éste le rajó el abultado vientre desde el esternón hasta la entrepierna, desparramando sus entrañas por el suelo de la cantina simulando un apestoso torrente de putrefacción. El último de los orcos con vida, presa del pánico, soltó su maza y abandonó la cantina a todo correr. Todo volvió a quedar súbitamente en calma.
-Si hay algo que de verdad odio es tener que admitir que cada vez tardo más en aniquilar orcos -se burló Saphiron, guardando las dagas en sus fundas.
-Deberíamos irnos ya.- Brelline acabó de dos tragos su cerveza y, después de pagar a un horrorizado Thom, abandonó la taberna seguida por Saphiron. El dragón les esperaba a las afueras de la aldea de Lendrain. El viaje hacia las Tierras Arnálidas debía comenzar cuanto antes. 

(c) Irene Sanz

4 comentarios:

  1. Jejejeje, óle con la elfa!! Nadie escribe estas historias como esta niña!! :))

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    1. Jajajaj, gracias, Cleo!!! Con este género la verdad es que me siento realmente cómoda, debe ser lo mío :D))) Besossss :))

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  2. Muy bien. Espero que tus orcos sean más realistas que los tolkienianos, que son inútiles integrales xD aunque reciban su merecido. Juer con la niña, que carácter ;)

    Un abrazo :)

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    1. Sí hombre, sí, algo menos lerdos sí que son, jajajaja, pero no mucho menos, no creas :DDDD

      Un besote, Explorador, thanks for the comentario!! ;)))

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