martes, 8 de enero de 2013

Olivia Dunsterville (5)

Acuarela nº 5: Los chicos que se despertaron al día siguiente

 -¡Estoy escuchando música, Olivia! ¡La oigo! -anunció Viktor, entusiasmado.
-¡Muy bien, muchacho! -le felicitó Kornbock, que revoloteaba entre las oscuras mariposas y producía con el fuerte batir de sus alas su propia música.
-Cada sonido de este mundo, Viktor, es una nota, y cada grupo de notas es un acorde. Cada grupo de acordes es una melodía, y esa es la melodía que hacen todas las cosas de este mundo -resumió Ellyllon, tan satisfecha como Kornbock, jugueteando a la vez desde las polvorientas alturas con el codiciado lóbulo.
-¡Ya lo entiendo! -dijo Viktor, el corazón acelerado, la sonrisa radiante. Fue entonces cuando Fossengrim, junto a Ellyllon, clavó sus diminutos ojillos en Olivia. 
-Ahora es tu turno, niña -anunció. La muchacha frunció el ceño, extrañándose.
-Yo no puedo contar tantas mariposas -negó, encogiéndose de hombros mientras sobre su cabeza la curiosa sinfonía de las mariposas seguía imparable su curso.
-No es eso lo que debes aprender hoy -dijo Fossengrim.
-¿Y qué tengo que aprender?
-Si tú no puedes, deberás ser humilde y pedir ayuda a quien sepa hacerlo, como ya te dije.
Olivia desvió la mirada hacia Viktor, que continuaba extasiado con la música que los envolvía. Tragando saliva y carraspeando, se acercó a él con una tímida sonrisa perfilada en sus labios mutilados.
-Viktor, por favor, ¿podrías decirme cuántas mariposas hay aquí?
El chico la miró a ella durante un momento, sonriéndola con igual ternura.
-Eso es fácil. Hay trescientas doce.
Fossengrim, Ellyllon y Kornbock estallaron en carcajadas de triunfo casi a la par que Telfusa. Las risas inundaron el castillo de Dunsterville e hicieron desaparecer a las sombras que hasta entonces habían dominado cada pasillo y cada estancia.
-¡Os los habéis ganado! -gritó Kornbock. Ellyllon soltó el lóbulo y Fossengrim el labio, que cayeron sobre los muchachos en mitad de la inquieta nube de mariposas. Todo, así, se iluminó de blanco perla. Y ya no pudieron ver nada más.
*
-¡Chicos! ¡A levantarse! Hay que ir al cole -dijo mamá con dulzura mientras el estruendo del despertador se esforzaba inútilmente en levantarnos de la cama. Miré a mi hermano Viktor, en su cama junto a la mía. Estaba tan adormilado como yo. En esos instantes aún pude escuchar la voz de Kornbock en mi cabeza diciéndome:
-¡No te olvides de dar las gracias, Olivia!

FIN

(c) Irene Sanz

3 comentarios:

  1. Qué bonito Irene!!! Ya sabes que si hablamos de música es fácil dejarme enganchado jajajjaja!!! Un abrazote muy fuerte

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    1. Ah, de parte de tu hermanillo Víctor ;)

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    2. Jajajajaaja, muchas gracias, Víctor, pequeñín!!!! La verdad es que no pensaba hacer un relato a base de acuarelas, y menos basándose en música, pero creo que ha quedado digno y todo ;)))))

      Un besoteeeee :***

      (De tu hermanita Iry ;))

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