domingo, 21 de octubre de 2012

¿Atrapados?

Popplewell y yo no teníamos ni idea del enorme problema en el que acabábamos de meternos. Como buenos periodistas, teníamos cierta tendencia a caer en graves atolladeros de los que luego, milagrosamente, lográbamos salir. Pero en aquella ocasión era distinto. Lo menos una decena de androides de aspecto un tanto pomposo nos rodeaba en pleno Old Bond Street. A mí, particularmente, me irritaba aquel coro de voces metálicas que nos ordenaba abandonar nuestra quisquillosa manera de hacer periodismo, so pena del cierre casual de la redacción a no mucho tardar.
Y sin embargo éramos tanto buenos periodistas como aceptables pistoleros, y no dudamos ni un instante en desenfundar nuestras armas frente a aquel grupo de robots incordiantes. Mi hermosa compañera de trabajo le reventó la tapa de los sesos a dos de ellos antes siquiera de que yo me diese cuenta. El turno entonces me llegó a mí, y con mi flamante Winchester modelo Cronos-9 tiroteé salvajemente a cuatro o cinco. Varios trataron de acercarse a Popplewell para apresarla y llevarla, casi con toda seguridad, ante Luzbel Vincent Murnau, por entonces alcalde de Londres. El tipo más malvado, sin duda, que jamás tuve la oportunidad de conocer.
Pero ni aun con tres docenas de androides se podía subyugar a Tilly Popplewell, una joven que parecía estar hecha de acero batido y cemento armado. En más de una ocasión, mientras duraron nuestras relaciones de amistad y de trabajo, me puse a pensar si acaso Popplewell no sería Atila el Huno en una vida anterior.
El caso es que ningún robot pudo apresarla. No solo eso, sino que a cambio derribó, a base de tiros, a todos los que aún faltaba por abatir. 
El silencio de la calle se hizo incómodo, y a ojos de un buen número de londinenses pasmados echamos a correr hacia las oscuras entrañas de la ciudad. La redacción del diario The Winged Messenger se encontraba en pleno Cavendish Square, pero en realidad nuestro mejor centro de operaciones, aquel que usábamos los de la hermandad para trazar planes en favor del descrédito popular de Murnau, estaba en Fleet Street, concretamente en los sótanos del pub conocido como Ye Olde Cheshire Cheese. Y hacia allí íbamos, salpicados con aceite de androide y planeando ya, al menos yo, un nuevo contraataque. 

(c) Irene Sanz

2 comentarios:

  1. Me gusta, cyberpunk retro ;) Y los nombres me gustan, paecen añejos, como volver en una máquina del tiempo a Londres en el siglo XIX. A ver como sigue :)

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Humaniores Litterae25 de octubre de 2012, 0:42

      ¿Te vienes conmigo a empapelar al alcalde, Explorador? Creo que tus conocimientos sobre el tema pueden sernos de gran ayuda :PPP

      Un abrazoooo :))))

      Eliminar